viernes, 23 de mayo de 2014

Minas demasiado minas 13: Las tres, por última vez.

ropa que camina
cuerpo invadido por bicicletas sin frenos ni cadenas
pedaleo de la nada
bomba desactivada
café perpetuo
tele de fondo imperturbable
palabras mudas y encerradas en celulares que se mueren
sucesión interminable de azares efímeros
vidrio quebrado en un portarretratos que nadie va a cambiar
porque ya a nadie le preocupa que esté roto
el día se termina
alivio
el problema es que también se termina la noche
mezclar entonces verdad con una pizca de burla
y que ya no importe
lo que el otro piensa cuando duerme
volver
apagar la luz
tirarse en el sillón
prender un pucho
nada más
silenciosas pensadoras tristes afligidas
envenenadas aburridas dicharacheras
desprejuiciadas sofisticadas complicadas
correctas emotivas lloronas mustias quejosas
describilas como quieras
una en todas y al revés
son conchas
argollas que sudan
y que cada tanto deciden
que las penurias tienen que aprender a esperar
y que cada tanto deciden
hervir un conejito aunque sea el propio
y que cada tanto deciden
seguir
entonces
entre sonrisa y sonrisa
se escapa
una atisbo
una fuga
una grieta

y ríen a más no poder.


miércoles, 7 de mayo de 2014

Minas demasiado minas 12: Las tres


los espejos se complican
porque a veces y sólo a veces
somos como un cuadro inclinado que sangra de a gotas
las fuentes se pierden también las escaleras
y no las querés encontrar nunca más
sapo de otro pozo en tu propia piel
que se subleva que piensa por reflejo
por el reflejo del reflejo
que confunde que aturde
que despierta lo indespertable
el cuerpo una hipótesis el pensamiento un callo el cerebro un desierto
el cuerpo una evidencia el pensamiento un reservorio el cerebro un paraíso
rechinan las bisagras y las ruedas dentadas
y nos llenamos de momentos de una vida que no existió
o sí
¿cómo sigue el origen?
¿cómo empezó el origen?
la sombra se aparta
ya nadie quiere lengüeteártela
porque tiene sabor rancio
o extremadamente dulce
siniestro en el mejor sentido de la palabra
belleza ensangrentada que
tranquiliza enseña
impresión que lastima y cura en todo el cuerpo.
Los finales y los comienzos siempre se hacen rogar.


miércoles, 30 de abril de 2014

Minas demasiado minas 11: Jazmín


Hija
La que definitivamente, la que probablemente...
Madre.
La que probablemente, la que definitivamente...
Definitivamente, palabra extraña, me hace acordar a la muerte.
La que tengo, la que tendré, la que soy, la que voy a ser.
Aunque se vista de seda, muerte queda.
Olvido irrespirable, negocio, la más presente de las ausencias o la más ausente de las presencias, huida salvaje que ocupa, llena y rebalsa todo tiempo y lugar; dolor que se vuelve sombra antigua, desgarro, instinto, alivio, miseria. Más llena de complicaciones y complicidades que la vida. Contemplarla no es fácil; pálidos, feos, fríos si están adentro del cajón y si andan caminando, depende; según los vivos, los muertos. Natural, violenta, chiquita, líquida, hasta ella, hasta que nos separe, estoy muerta, lo mato, de mala muerte, muerte puta, morir en vano ¿qué carajo significa eso? ¿no es siempre vana la muerte? Mierda... Suposiciones, especulaciones; inútiles, patéticas; encima los muertos no pueden parar de hacerse amigos, o los vivos no pueden parar de hacerse amigos de los muertos.
La muerte se quiere matar y no puede
está embarazada de hojas
y ya lo dijo el poeta
todas las hojas son del viento porque...
¿por qué era? ah sí, la muerte,
hasta en ella...
la muerte transvestida
baila sola, quiere entretener y divertir
la muerte es un ama de casa
que plancha y mata al niño sin querer
la muerte se saca de encima
a otras muertes
está cansada
y se muere de belleza.
La muerte, ¿es eterna? Creo en la muerte perdurable. Amén.
Estoy embarazada y no quiero.
Estoy embarazada y quiero.
No se lo dije a nadie, ni al padre.
No se lo dije a nadie, ni a mamá.


miércoles, 23 de abril de 2014

Minas demasiado minas 10: Guillermina


Hija.
La que soy, los que tengo.
Madre.
La que soy, la que tengo.
Pensar en hija pensar en madre me lleva a parir.
A ese laberinto en el que te metés desconociendo tu propio cuerpo y del que, loca, no querés salir; a una belleza sucia azul, a descubrirte ignorante, llena de barro, de euforia malhumorada.  Te encanta y te aterra y te aterra y te encanta. Reembolso no hay eso sí.
La partera, el médico, el anestesista, la enfermera, la enfermera auxiliar, el médico suplente, el padre, otra enfermera para atenderlo por si se desmaya, una partera suplente para darle una patada en la cabeza y hacerlo reaccionar si esto sucede, todos pendientes de vos, diciéndote lo linda que estás, lo maravillosa que sos, la luz que irradiás, que fuerza que fuerza que fuerza que fuerza quefuerzaquefuerzaquefuerzaquefuerzaquefuerza...

Lo mirás te confundís quedás como encandilada y de pronto sola, llorando, feliz, y con un alguien prácticamente desconocido cosiéndote la argolla.

Volvés a tu casa y otra vez, todas las personas que hasta hace tres días entraban y te abrazaban y te besaban y te decían que eras la más linda de todas las lindas de todas las fiestas del universo, te pasan por al lado como si fueras invisible y van directamente a ver a esa cosa peluda y/o pelada que expeliste y que lo único que hace es berrear, chupar, dormir y cagar y le agradecemos a dios a Zeus y a Buda que lo haga porque cada vez que lo hace te morís de amor; y en ese momento en que te sentís la más feliz de las más pelotudas de todas las reinas de las pelotudas la única que te toca un hombro y te da un mate, la única para quien seguís siendo más importante es mamá... eso si no te toca una conchuda, porque que las hay las hay.
Mamá.

viernes, 24 de enero de 2014

Minas, demasiado minas 9: Graciela.


Madre.
La que tengo, la que soy.
Hija.
La que tengo, la que soy.
Las dos, que son una.
Las tres, que somos una.
Porque nace la madre, nace la hija y otra vez nace la madre.
Impiadosas, humanas. Arrogándose y negándose al mismo tiempo la suma de todos los derechos. Miradas difíciles que se sufren y se dan. Resaca de lo sufrido, de lo vivido, de lo gozado; resaca de lo que vendrá.
Cuando era adolescente esperaba que mi mamá se fuera para probarme su ropa.
Cuando fui madre esperé que mi hija se fuera para probarme su ropa.
 Una vez. Sólo una vez. Me asusté.
Mi mamá me mima, mi mamá me ama, mi mamá me mata... y es la única que puede resucitarme.
Un cuerpo que me sé de memoria y no es el mío. Desnuda frente al espejo, otra imagen, otra cara, otras manos, y sin embargo las mismas, algo nuevo y viejo al mismo tiempo, reconozco todas y cada una de las arrugas, terriblemente mágico y aterrador. Querer entonces convertirse en Alicia y meterse en el espejo y no salir más, y ella que no te deja, que te saca para afuera, que te expulsa para que no te hundas y te abraza infinitamente para que lo hagas y te quedes por siempre y asfixiarte todos y cada uno de tus poros; y vos que en algún momento y sin darte cuenta hacés lo mismo. Adorarla y asesinarla en simultáneo, todo sobre mi madre y nada sobre mí o todo sobre mí y nada sobre mi madre, esa es la opción... a veces.
Porque, sobre todo, mamá, capaz de todas las creaciones y de todas las destrucciones posibles, la única que te hace sentir protegida aún en la desprotección infinita.
Así es ella, así soy yo, así volverá a ser algún día ella.
Una mujer que, consciente de su propia sangre, sangra; a veces por la herida, la de ella o la tuya.

miércoles, 15 de enero de 2014

Minas, demasiado minas 8: Las tres.


No saben qué... Tal vez sólo...
Un despertar. Un mover. Un mero provocar.
Una confusión.
Agua
Tierra
Fuego
Todo todo mezclado
Todo no, falta el viento, falta el aire.
El árbol que se ve desde la ventana, cualquiera de las tres, tiene la silueta siniestra de un niño asesino. Los árboles, como las nubes, cambian de apariencia eternamente, aunque no haya viento. Éste no. Imprevistamente estúpido, ridículo e inmóvil.
Y aterrador.
Da una sombra que duele. ¿Será ahí donde duermen los monstruos?
Una se resiste a ver la vida a través de una pantalla, tanto menos excitante que una persiana entrecerrada. Aunque odie su biografía decide no mendigar la de otros, prefiere convertirse en un agujero negro, tragar y entrar en el silencio.
Otra tiene miedo en las piernas mientras duerme; no, no mientras sueña, mientras duerme, léase bien y entiéndase como pueda. Le llora la mano, el brazo, el pie, el muslo, la concha; se busca los huesos y no los encuentra. En un juego de reflejos, la letra clandestina se le pierde.
La otra escucha que alguien la hiere, no tengo ningún tipo de relación con vos, ni física ni emocional ni nada, le dijo una boca cruel e inmediata y ella se desmoronó. Por un instante. La mayoría de la gente no tiene necesidad de nosotros, ni nosotros de ellos, pensó. No era romántica, sólo húmeda. Convencida de que la ausencia no se recita ni se maquilla, que sólo se sufre, prefiere suicidar parte de su aliento.
A ninguna le importa el árbol que sin embargo pesa, ni el silencio que suda, ni la carnosidad que late, ni el cerebro impaciente.
Saben que hay gente que no da, que sólo recibe; y si no recibe, quita.
Violentas, entrecruzadas, desconocidas.
Manos inútiles secan llantos ya secos.
Revolear cadáveres no es fácil.
El miedo está cerca.
Pero la locura es limpia.
Enloquecer es sólo el comienzo. Tal vez una bendición.
La vida es un largo etcétera.
Engendrarse a sí misma y morir durante mucho tiempo.

viernes, 10 de enero de 2014

Minas demasiado minas 7: Jazmín.


No lo quiero. Estoy tranquila.
Mentira.
Sí, lo quiero. Estoy tranquila.
Mentira.
No lo quiero, sí lo quiero... cualquier cosa menos tranquila.
Reina del desastre, eso es lo que soy; no puedo parar de encontrarme donde ya sé que no estoy. A lo mejor soy otra y no me di cuenta. Cambiar duele. No cambiar también. A mí mi mamá me enseñó que hay cosas que no se dicen pero nunca me explicó qué hacer cuando...
Porque por más que una no las diga, están, no las pronunciás pero aparecen igual, o te carcomen, no las podés evitar...
Ella no quiere que diga porque no quiere escuchar...
yo le hago caso, no lo nombro y entonces no lloro, ni me río, miro la nada, nada más, todo el día, perdida ni yo sé dónde...
También me enseñó que hay pensamientos que mejor no se piensan y sentimientos que mejor no se sienten.. claro que yo pienso y siento y entonces la cago...
Será que la mayoría de la gente come, toma, coge, ríe o llora y no tiene hambre, ni sed, ni calentura, ni nada que le cause gracia ni tristeza ni emoción...
yo tengo todo...
y sin embargo el vacío...
me seca, me ahoga, mejor lo mato ya... para qué esperar, para qué dilatar... mejor ahora que después, el después no existe, es como el hubiese; si es un huésped que no invité, es un colado, un polizón, un alien, tengo el derecho a echarlo a patadas... Lo que más bronca me da es que tengo como una vergüenza que desconozco, la historia repetida me humilla por anticipación...
porque yo no creo en dios pero a veces tengo miedo de que me castigue igual...
soy chiquita todavía, tengo tiempo...
¿y si no puedo?
¿y si no tengo?
¿y si no soy?
¿y si no puedo ni una cosa ni la otra?
detesto las fantasías, si se convierten en realidad son una mierda...
¿cuántas pastillas tendrá mi mamá en su casa?
quiero cerrar los ojos y mirarme los párpados por dentro, no tengo cuerpo para vivir esto.
Cuando no hay gestos es muy difícil encontrar las palabras que lo acompañen, y al revés.
Yo hoy no tengo ni gestos ni palabras, y desconozco los del otro.
¿Será el fin?