Biiip
Nena, hace dos días que no me llamás ni me venís a ver. ¿Ya no te importa tu pobre madre viuda?
Biiip
Gabii, habla Silvia, mañana no voy a poder ir al cine como quedamos, sorry. Te llamo más tarde.
Biiip
Nena, soy yo otra vez. Menos mal que levantastes de la oficina el mensaje que te dejé a la mañana y me vinistes a ver. Qué buena hija que sos. Una cosita, qué te iba a decir, cuidate que está empezando a hacer fresco. Estabas muy despechugada hoy.
Biiip
Boluda
Biiip
Boluuda
Biiip
Boluuuda
Casi inmóvil al lado del teléfono, escuchó los mensajes infinidad de veces. Y siempre que salía la voz se sobresaltaba, se llevaba la mano al pecho o a la boca y cerraba los ojos. Un mes después volvía a la carga, decidida a no soltarla. Luego de varias discusiones, Alberto había logrado convencerla de que eran sólo insultos, no amenazas reales. Igual, la idea de tener que acostumbrarse a vivir con ella, la espantaba.
Biiip
Hola amor, no me esperes a comer. Vinieron los franchutes y los tengo que llevar a un show de tango. Te quiero.
Biiip
Hola nena, hoy lo llamé a tu marido... perdón, a tu novio, no me acostumbro a que no estén casados... lo llamé, te contaba, para hacerle una pregunta por lo del plazo fijo y ya que estaba lo invité a cenar, a los dos bah, y me dijo que no podía, que tenía una cena de negocios, qué sé yo, ¿no querés venir vos? Estas cosas terminan tarde siempre vistes, y para qué vamos a estar las dos solas... llamame
Biiip
Cornuda
Biiip
Cornuuda
Biiip
Cornuuuda
Lloró un rato. Tal vez fue la sorpresa. No los esperaba tan pronto, habían pasado sólo un par de días. No pudo no desconfiar de la cena con los franceses. Lo llamó. Que tuviera el celular apagado, sólo confirmó sus sospechas. De todos modos, tratando de disimular, le dejó un mensaje.
“Alberto, me voy a comer con mamá, ya que tenés esa cena.”
Sin querer había enfatizado la última palabra.
-Hija, ¡qué suerte! Vení, pasá, ¿comistes algo? ¿Te preparo un churrasquito? Como no sabía que venías yo ya cené.
Gabriela no aguantó más, la abrazó y se puso a llorar.
-Pero, ¿qué pasa, bebé? Sentate, sentate y me contás mientras te hago un tesito.
Gabi empezó su relato y la madre la escuchó atentamente. Cuando llegó al último mensaje, se paró y apagó el fuego.
-Y, ¿qué me decís, mamá?
-Qué te voy a decir, hija, lamentablemente yo me lo venía venir esto. No por Alberto, que es un buen chico, pero es hombre y vos tenés que entender que los hombres tienen necesidades que nosotras no tenemos.
-Ay, mamá, eso es del siglo pasado.
-Vos decí lo que quieras pero tarde o temprano, esto pasa siempre. Si lo sabré yo, ¿o vos te pensás que tu padre era un santo?
-¡Mamá!
-Mamá nada, ¿me voy a olvidar de lo que hizo porque está muerto? Es doloroso pero es así. ¿Qué querés que te diga? Vos sabés que yo no tengo pelos en la lengua, es una desgracia, bastantes problemas me trae, pero no me puedo callar. Pensalo, Alberto nunca fue santo de mi devoción pero también tenés que saber que tarde o temprano todas somos cornudas. El problema acá es que este chico empezó demasiado pronto. Si hace esto ahora, que todavía ni se casaron, qué te queda para más adelante.
-Mamá, te conozco, no me enrosqués la víbora. Santo de tu devoción no va a ser Alberto ni ninguno. No te ilusiones, no nos vamos a separar por culpa de una loca que deja mensajes.
-¿Pero quién dijo nada de separación? ¿Cómo le hablás así a tu madre? Con todos los sacrificios que hice yo para que vos estudies.
-No empecés otra vez con la misma cantinela.
-No es ninguna cantinela, es la verdad. Y yo quiero que seas feliz, no que te separes. No tenés que tomar decisiones apresuradas, hablalo con él, fijate y después ves. Acá siempre vas a tener tu cuarto por cualquier cosa, por si te querés tomar un tiempo, digo. Pero no pensés más ahora, ¿miramos una película así te distraés un poco?
-No, mejor me voy a casa, me va a hacer bien acostarme temprano.
-Ahí está, mañana será otro día.
La mamá se fue a la cama enseguida, pero como no podía dormir, se levantó a prepararse un vaso de leche tibia.
“Desagradecida… pensar que yo sentía algo de culpa… si todo lo que hago lo hago por su bien, como siempre, lo único que quiero es que encuentre un chico que la merezca”.
Decidió esperar unos días para volver a llamar. Tarde o temprano, iba a cosechar sus frutos.
Nena, hace dos días que no me llamás ni me venís a ver. ¿Ya no te importa tu pobre madre viuda?
Biiip
Gabii, habla Silvia, mañana no voy a poder ir al cine como quedamos, sorry. Te llamo más tarde.
Biiip
Nena, soy yo otra vez. Menos mal que levantastes de la oficina el mensaje que te dejé a la mañana y me vinistes a ver. Qué buena hija que sos. Una cosita, qué te iba a decir, cuidate que está empezando a hacer fresco. Estabas muy despechugada hoy.
Biiip
Boluda
Biiip
Boluuda
Biiip
Boluuuda
Casi inmóvil al lado del teléfono, escuchó los mensajes infinidad de veces. Y siempre que salía la voz se sobresaltaba, se llevaba la mano al pecho o a la boca y cerraba los ojos. Un mes después volvía a la carga, decidida a no soltarla. Luego de varias discusiones, Alberto había logrado convencerla de que eran sólo insultos, no amenazas reales. Igual, la idea de tener que acostumbrarse a vivir con ella, la espantaba.
Biiip
Hola amor, no me esperes a comer. Vinieron los franchutes y los tengo que llevar a un show de tango. Te quiero.
Biiip
Hola nena, hoy lo llamé a tu marido... perdón, a tu novio, no me acostumbro a que no estén casados... lo llamé, te contaba, para hacerle una pregunta por lo del plazo fijo y ya que estaba lo invité a cenar, a los dos bah, y me dijo que no podía, que tenía una cena de negocios, qué sé yo, ¿no querés venir vos? Estas cosas terminan tarde siempre vistes, y para qué vamos a estar las dos solas... llamame
Biiip
Cornuda
Biiip
Cornuuda
Biiip
Cornuuuda
Lloró un rato. Tal vez fue la sorpresa. No los esperaba tan pronto, habían pasado sólo un par de días. No pudo no desconfiar de la cena con los franceses. Lo llamó. Que tuviera el celular apagado, sólo confirmó sus sospechas. De todos modos, tratando de disimular, le dejó un mensaje.
“Alberto, me voy a comer con mamá, ya que tenés esa cena.”
Sin querer había enfatizado la última palabra.
-Hija, ¡qué suerte! Vení, pasá, ¿comistes algo? ¿Te preparo un churrasquito? Como no sabía que venías yo ya cené.
Gabriela no aguantó más, la abrazó y se puso a llorar.
-Pero, ¿qué pasa, bebé? Sentate, sentate y me contás mientras te hago un tesito.
Gabi empezó su relato y la madre la escuchó atentamente. Cuando llegó al último mensaje, se paró y apagó el fuego.
-Y, ¿qué me decís, mamá?
-Qué te voy a decir, hija, lamentablemente yo me lo venía venir esto. No por Alberto, que es un buen chico, pero es hombre y vos tenés que entender que los hombres tienen necesidades que nosotras no tenemos.
-Ay, mamá, eso es del siglo pasado.
-Vos decí lo que quieras pero tarde o temprano, esto pasa siempre. Si lo sabré yo, ¿o vos te pensás que tu padre era un santo?
-¡Mamá!
-Mamá nada, ¿me voy a olvidar de lo que hizo porque está muerto? Es doloroso pero es así. ¿Qué querés que te diga? Vos sabés que yo no tengo pelos en la lengua, es una desgracia, bastantes problemas me trae, pero no me puedo callar. Pensalo, Alberto nunca fue santo de mi devoción pero también tenés que saber que tarde o temprano todas somos cornudas. El problema acá es que este chico empezó demasiado pronto. Si hace esto ahora, que todavía ni se casaron, qué te queda para más adelante.
-Mamá, te conozco, no me enrosqués la víbora. Santo de tu devoción no va a ser Alberto ni ninguno. No te ilusiones, no nos vamos a separar por culpa de una loca que deja mensajes.
-¿Pero quién dijo nada de separación? ¿Cómo le hablás así a tu madre? Con todos los sacrificios que hice yo para que vos estudies.
-No empecés otra vez con la misma cantinela.
-No es ninguna cantinela, es la verdad. Y yo quiero que seas feliz, no que te separes. No tenés que tomar decisiones apresuradas, hablalo con él, fijate y después ves. Acá siempre vas a tener tu cuarto por cualquier cosa, por si te querés tomar un tiempo, digo. Pero no pensés más ahora, ¿miramos una película así te distraés un poco?
-No, mejor me voy a casa, me va a hacer bien acostarme temprano.
-Ahí está, mañana será otro día.
La mamá se fue a la cama enseguida, pero como no podía dormir, se levantó a prepararse un vaso de leche tibia.
“Desagradecida… pensar que yo sentía algo de culpa… si todo lo que hago lo hago por su bien, como siempre, lo único que quiero es que encuentre un chico que la merezca”.
Decidió esperar unos días para volver a llamar. Tarde o temprano, iba a cosechar sus frutos.
10 comentarios:
huy terribleee
no me esperaba ese final ni a ganchos..... te felicito mil veces... me encantó este cuento...
Jaáa!! Yo sabía!! Por favor decime que el que lo haya presentido no significa que puedo ser tan bruja como la vieja... ;)
Mira que hay madres jodidas, eh!
Excelente el cuento.
Beso grande.
¡me alegro que te haya gustado, JOSE! un abrazo.
CAMERON!! welcome back!!! mil gracias por las felicitaciones, beso.
¡¡¡grande, JULI!!!! que lo hayas presentido no significa que seas bruja sino que eres niña una excelente lectora; ahora... yo te deseo de todo corazón que seas bruja, a mí me encantan las brujas y esta vieja no es una de ellas, es otra cosa, que cada uno le ponga el apelativo que quiera, pero bruja, no es. beso enorme.
me gustaria tener en mi stand unos cuentos suyos pero hecho el libro por ud. artesanalmente
ya que nuestra feria es independiente, o sea la distribucion de nuestros trabajos la hacemos nosotros, en la capital, en algunas provincias,y en algunos paises
durante este año hay muchos lugares tentativos para realizar lecturas, si ud quiere...
www.elreylarva.blogspot.com
abrazo y porfi no me gustan las brujas
Me encantó.
Sobretodo por la sorpresa, ese factor siempre suma muchos puntos.
besos
REY, disculpemé, me interesa su propuesta y me gustaría que mis cuentos anden por la feria pero yo soy medio queso con las artesanías, no sé cómo podría hacer... ¿la próxima es el 29, no? un abrazo. ah, y las brujas buenas son maravillosas.
gracias, CARME! beso muy grande.
Por un convenio que hemos firmado en el Oeste con Entel, las madres de varones casados solo pueden recibir llamados. No vaya a ser que empiecen con ideas raras...
¡¡qué alegría verlo otra vez por estos pagos, WESTERN!! muy bien por los muchachos del oeste, ya lo dice el refrán, es preferible prevenir. beso.
¡Qué buen cuento! Me gustó mucho, me encantó. Me dejó con una sonrisa causada por la sorpresa final y por la forma en la que está construído el relato.
Me gustan los diálogos. En general me gusta como escribes (lo digo sinceramente): de forma sencilla pero contundente.
muchísimas gracias por tu comentario, JUAN CARLOS, me alegra que te haya gustado.
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