domingo, 8 de febrero de 2009

el de la boda.



Todo el tiempo había que estar dando a luz un estilo,
una marca personal, en un parto constante.
La guerra de los gimnasios – César Aira




Las bocas se cerraron de golpe. Todos trataron de hacer como que no había pasado nada. Alguien tosió, otro tomó agua y un tercero levantó una servilleta del piso. Rompió el silencio, justamente, la protagonista del episodio, Carmen.
-Y bue, pasó un angelito, decía mi abuela.
El esposo, subgerente del banco, festejó un hipotético chiste y los otros tres hombres de la mesa, gerentes todos ellos, lo acompañaron; entablando un diálogo de risas exageradas donde las palabras no eran necesarias para hacerle notar que estaban con él.
Mientras las tres esposas correspondientes a esos tres señores esbozaban una mínima sonrisa; ella, no. La hasta ese momento animada conversación se fragmentó en pequeños diálogos de a dos o a lo sumo de a tres. Él aprovechó y, por lo bajo, de modo muy dulce y entre dientes, le dijo:
-¿Te volviste loca? Es el casamiento de la hija de mi jefe. ¿Cómo se te ocurre eructar?
-Se me escapó, che. No puedo tomar vino porque decís que se me sube a la cabeza y hago papelones, y bueno, la Coca es así…. Además, me puse nerviosa por lo de la media.
-¿Qué media?
-La mía, ¿cuál va a ser? ¿No ves que me la enganché en la silla? Con lo que me salieron... Es tu culpa, tanta presión, tanta presión… ¿Qué hacemos acá, Javi, con estos pitucos? ¿Por qué no nos vamos a casa?
-No empecés otra vez.
-Ya sé que es para que estemos mejor los dos, pero yo creo que…
No la dejó terminar.
-Lo que yo creo es que este no es momento para discutir. En casa te explico, ¿te parece?
Dicho esto, cada uno miró hacia lados contrarios y por un momento las nucas parecieron saludarse.


...y esta media corrida que todos me van a ver si me paro, justo ahora me dan ganas de ir al baño, no me pueden ver este agujero, tengo que estar a la altura, si no para qué hago el curso de buenos modales... pobre javier con todo lo que se esfuerza lo tengo que poder acompañar, es por el bien de los dos, si no la tía eva va a tener razón y en cualquier momento me cambia... tené en cuenta que él ahora en el banco se codea con otra gente tiene otro roce nena, me dice, no como vos en la escuela... siempre da buenos consejos la tía por qué no estará acá ahora, seguro que en la cartera hubiera tenido un esmalte para tapar el agujerito y la media no se corriera así no me puedo ni mover el agujero se va a hacer más grande... y ya no doy más de ganas de hacer pis no sé qué hacer...

-¿Estás bien?
-Sí, ¿por?
-Estás un poco pálida.
-Deben ser los nervios.
-Tranquilizate, todo va a salir bien. Si ya se pusieron a hablar otra vez. No pasa nada.


...en el fondo es bueno javier, a veces se saca pero siempre vuelve, igual no voy a ir al baño me voy a aguantar por lo menos hasta después del vals, ahí sí cuando todos se paren nadie me va a mirar, mientras tanto me tengo que distraer con algo... mejor miro a esta gente, así aprendo un poco…mm… qué raro, esa levanta el meñique cuando toma vino a mí me enseñaron que así no se hace, seguro que entendí mal, y esta de acá al lado no me engaña el perfume que tiene puesto es trucho … buena imitación pero para las dos de la mañana no huele más a nada, menos mal que a mí Nancy me sacó una muestra gratis de la farmacia… lo tengo que cuidar como oro en polvo porque se me está terminando, en la semana cuando salgo de la escuela paso a tomar unos mates a ver si tiene otro...


-¿Y vos qué hacés, querida? – escuchó que le preguntaban.
-Soy maestra en la Normal Nº 3.
-Qué interesante, ¿y dónde queda esa escuela?
-En Las Ranitas.
-Ay no sabía que el jardín Ranitas Felices también tenía una escuela.
-No, señora, en la villa Las Ranitas.
-¿En las villas hay escuelas? Y después se quejan, pero si es lo que yo digo siempre, una pasa por ahí y se cansa de contar antenas de televisión. Si sos de ahí, querida, te pido disculpas viste, pero la verdad no ofende.
-No, señora, no nací ahí.
-Ay, menos mal.


...pero estas minas qué se piensan que son, y javier qué me mira así, qué hice yo ahora, lo único que falta es que no pueda ni decir dónde trabajo... y cómo les sonríe el hijo de puta, cómo se atreve a decirle que tiene razón y a festejarles los chistes a estas viejas nariz parada, pero no se acuerda de dónde salió, todo tiene un límite, al final me va a hacer calentar... uy sonamos, el gordo se puso a contar sus últimas vacaciones en brasil, y ahora a escuchar todos los viajes que hicieron cuando se podía, má sí, yo me tomo una copa de vino, esto es un embole...

-En los subtes de París, en todas las estaciones hay mapas con lucecitas y si uno aprieta el botón correspondiente a la estación donde quiere ir se ilumina todo el recorrido, es maravilloso – contó asombrada la esposa del que había ido a Brasil.
-Es que es el primer mundo, no hay nada que hacerle – añadió Javier, y todos asintieron.


...pero ¿cuánto hace que esta no se toma un subte acá? y javier qué habla si lo más lejos que fue es a mar del tuyú... cómo habla esta gente dale que va otra vez a brindar por los novios cómo pueden ser tan amigas estas tipas si no se vieron nunca antes me pregunto yo... y esta música por favor cuando mi vecino escucha la cumbia villera es un negro de mierda acá es cul... yo ya no entiendo más nada...


-¿Me servís más vino, Javier, por favor?
-A mí también, please, dulce.


...ah no, encima de gastar un montón de plata en un vestido que vaya a saber dios cuándo me lo vuelvo a poner, de tener que aguantar a estos conchetos agrandados, me lo van a querer levantar al javier, y este estúpido por poco se babea, no sé si matar a la muy yegua o quedarme viuda...

-No sabés, la semana pasada le robaron el auto a mi hijo.
-No te puedo creer, ¿le hicieron algo?
-Gracias a Dios, no, pero nos dimos un susto.
-Lo que pasa es que lo que hace falta acá es mano dura. Vas a ver que si hacen como en Japón y cada vez que robás te cortan un dedo se termina la joda. En cambio, acá entran por una puerta y salen por la otra.
-Pero por supuesto – dijo la que le había pedido vino a Javier, y agregó – Ay, me olvidé los cigarrillos en el auto, ¿no me los vas a buscar, mi amor?
-No se moleste, Garmendia, voy yo – se ofreció Javier.
-¡Qué divino! Gordi, dale las llaves. Gracias... eeemm... Jorge era tu nombre, ¿no?
-No, Javier – le aclaró Carmen.


...y el pelotudo va, no, si yo me quiero matar...
-¿Y qué opina una maestra que trabaja en las villas sobre la inseguridad? Debe de ser muy difícil, ¿no?
Carmen no supo explicarse por qué pero, de pronto, se olvidó de su ignorancia de protocolo y de que todos pudieran mirarla y notar el agujero en su media negra; grande, notorio, imponente, imposible de no ver ese agujero negro. Casi sin querer, tuvo su primer acto de rebeldía en muchos años, pequeño, insignificante, en el límite entre lo sublime y lo patético, como suelen ser todos los primeros actos.
-Ay, qué sé yo, la verdad entre el vino que me tomé y las ganas de mear que tengo no puedo pensar. Me van a tener que disculpar, pero tengo que ir al baño – y se paró.

5 comentarios:

Juli dijo...

Jajaj!! Aguante Carmen!!! Me encantó, Adriana. Es gracioso, aunque desnuda mucho patetismo...Esa cosa de convertirse en casi esclavo, y aguantar cualquier abuso por pertenecer...terrible!
Y pertenecer a qué, digo yo? Si ese grupejo más vale perderlo que encontrarlo!
"en el fondo es bueno javier, a veces se saca pero siempre vuelve"
Genial esa frase.
Un besote!

carmela dijo...

Genial.

Me fascinan los detalles como estos: "n el límite entre lo sublime y lo patético, como suelen ser todos los primeros actos." Aún recuerdo a su personaje que hacia chees cake...

la sigo leyendo doña.

lexi dijo...

qué bueno!



saludos!

Marce D´Onofrio dijo...

Estoy muy enojado porque no tengo tiempo de leerlo aún
Mañana viernes, me voy a hacer un rato largo y leerlo tranquilo (porque tus cuentos son para leerlos con tranquilidad; no son cuentos de paso; son bellísimos y merecen ese respeto que da el tiempo de dedicación.

Así que mañana espero tener el gusto de leerlo y de (seguro, como siempre) estar contento de haberlo hecho.

Te mando un beso muy grande.

PD: Me han regalado una postal, sacada de una librería, ¡sobre vos!
Da mucho gusto ver cómo las personas que uno admira van teniendo un reconocimiento cada vez más grande y merecido.

Adriana Menendez dijo...

gracias, JULI, no en vano durante mucho tiempo nos han dicho que pertenecer tiene sus privilegios! beso grande.


gracias, CARMELA, en cualquier momento vuelven la emilia y sus amigas. beso.


gracias, LEXI, beso.


hola, MARCE!! desenojate!!! te mando un beso enorme y como siempre gracias por las cosas que dices de mi, muchacho.