
"Vuela, pensamiento, y diles
a los ojos que más quiero
que hay dinero."
Quevedo
"Hay efectivo".
Alberto Olmedo
a los ojos que más quiero
que hay dinero."
Quevedo
"Hay efectivo".
Alberto Olmedo
-Hola.
-Hola, ¿Maru?
-¿Qué hacés, Clau? ¿Cómo andás?
-Para la mierda.
-¡Eh!... ¿Qué pasó?
-Nada... todo... qué sé yo.
-¿Te estás por indisponer?
-No, no... estoy cansada, todos los días lo mismo. Los nenes en la escuela, Julio en la oficina, yo todo el día sola con Juana, un embole mi vida.
-¿Pero no empezaste tenis la semana pasada?
-Sí, pero no me alcanza.
-Y bueno, buscate otra cosa.
- ¿Vos también te vas a poner como Julio, que piensa que como no trabajo me rasco todo el día? ¿Y a los chicos quién los va a buscar a la escuela? ¿Quién los lleva al pediatra? ¿Quién hace las compras y les prepara la comida?
-Juana, dulce.
-Al pediatra voy yo, che. Y también soy yo la que tiene que pensar qué comprar, hacer la lista y decirle qué cocinar. Porque cada uno tiene sus mañitas en esta casa.
-Entonces estás bastante ocupada.
-Obvio que estoy ocupada. La casa, la escuela, el perro... ¿Y no te pasa a vos que todos piensan que tenés tiempo de sobra y te encajan mandados? "Ay, vos que podés, ¿por qué no te encargás del regalo de la maestra", "Ay, vos que tenés tiempo, ¿por qué no organizás algo lindo para fin de año para el grupo de gimnasia?"
-Todo el tiempo me pasa, pero qué querés, es la envidia.
-El colmo fue el otro día la mina que me hace el drenaje linfático, ¿sabés la que te digo, no? La del spa que abrió hace un par de meses sobre Libertador.
-La ubico, sí.
-¿Fuiste? Es buenísima, te mejora un tocazo la celulitis.
-Sííí. Y también tienen otra mina que te hace lo de las vendas frías y el criógeno que es buenísima. Y ni hablar de la que te hace el velo de colágeno.
-Esa no la probé, ¿ves?
-Te la super recomiendo. Te deja el cutis como un bebé y, si querés, también te saca las manchas.
-La semana que viene empiezo. Bueno, pero volviendo, ¿a qué venía esto? Bueno, no importa, ¿entendés lo que me pasa?
-Gordi, te re entiendo, pero es así, qué le vas a hacer.
-No sé, por lo pronto, estuve hablando con Julio y le dije que esto así no da para más. Yo necesito más atención, que me charle un poco, sentirme más contenida. No puede ser que cada vez que yo le voy con un planteo me diga todo que sí y después no haga nada. Siento que me subestima, ¿me entendés lo que te digo?
-Obvio, si a mí me pasa lo mismo.
-Me parece que le voy a decir que nos separemos, o que por lo menos nos tomemos un tiempo.
-Ay, nena, pensalo. No es fácil nuestra situación, pero peor es estar sola.
-¿Y quién te dijo que me voy a quedar sola?
-¡Epa! Dame detalles.
-Ojitos verdes.
-¿Quién?
-Brazos musculosos.
-No lo ubico.
-El potro del kiosco, nena, el que está al lado del lavadero de autos.
-Ay, cierto, está buenísimo ese bombón. No me digas que te tiró onda.
-Me parece que lo que quiere es que yo le tire otra cosa a él. Te cuento... El otro día cuando fui a hacer lavar la camioneta, me dejó una rosa roja en el asiento. ¿Sabés cuánto hace que Julio no me regala flores? Pero no sé, viste. Es tan pendejo que no sé si fifármelo o adoptarlo.
-Pero divertite, nena, una alegría cada tanto. Un poco de adrenalina. Eso sí, cuidate, no vaya a ser cosa que te pase como a mí.
-¿Qué te pasó? No me digas que te descubrieron lo del profe de salsa, pero si eso fue hace como dos años.
-No, justamente, nunca me descubrieron. Y yo nunca voy a descubrir si Tomasito es Alcolumbre o García.
-Ay, tenés razón, me había olvidado de eso. Bueno, muy morochito no es, así que debe ser Alcolumbre, quedate tranquila.
-Mirá, y si no, me iré a la tumba con la duda.
-Totalmente.... Ay, mirá la hora que es. Me tengo que ir a Pilates. Hablamos a la tarde, corazón.
-Listo, bonita.
-Gracias por escucharme. Te quiero mucho.
-Yo tampoco.